Andina
Año: 1983
EL desarrollo de la ANDINA, respondió a la necesidad de generar un ala de simple superficie,
que reuniera todos los adelantos técnicos de la época, pero que permitiera cubrir las necesida-
des de los pilotos intermedios y, especialmente, como ala escuela de última generación.
Utilizando la planta alar de la CLASSIC, se trabajó en la construcción de un velamen de simple
superficie de buena definición y poca resistencia, a la vez de ser muy docil en maniobras por su
sistema de travesaño flotante articulado con una bieleta rígida de acero, en vez de cables como
utilizaban la mayoría de las alas de la época. Este sistema, proporcionaba una transferencia de
torsión asimétrica muy controlada, lo que anulaba toda tendencia al guiño adverso y permitía a
los pilotos con poca experiencia, hacer maniobras dentro de las corrientes ascendentes, tanto
térmicas como dinámicas, con muy poco esfuerzo y con agradable presición.
Sus cualidades de vuelo en maniobra no afectaban significativamente su rendimiento en planeo,
ni tampoco su velocidad de crucero o de traslado, lo que permitía hacer las primeras experiencias
en vuelos de “cross country”.
El resultado fué altamente positivo, ya que no solo resultó un ala muy elástica y noble en sus
prestaciones para el vuelo libre, sino que también resultó muy eficiente como ala motorizada
en los primeros trikes monoplazas que se construyeron por esa época.
Posteriormente, con el desarrollo de los primeros “trikes” biplaza, reflotamos la noble ANDINA
como ala de escuela para el vuelo motorizado, con exelente comportamiento tanto en maniobra
como en velocidad de crucero con 2 personas.
La ANDINA original, fué totalmente rediseñada estructuralmente para ser utilizada como ala
biplaza, ya que la carga alar se triplicaba para el nuevo uso. Para ello se reforzó sustancialmente
la estructura y se realizaron algunos ajustes en el corte de la vela para no perder las condicio-
nes de maniobravilidad originales, a pesar de las nuevas propiedades de rigidéz de la nueva
estructura
Como ala de vuelo libre, en manos del piloto riojano Sebastián Romanazzi batió, en 1983, el
record Argentino de permanencia, volando sobre el Valle del rio Pintos en Cuchi Corral, durante
5 horas y 43 minutos.